sábado, 9 de mayo de 2015

Revolución conservadora

¿Por qué, en definitiva, esta revolución conservadora, que constituyó al menos una de las corrientes de que se nutrió el nacional-socialismo y se volvió contra él tan pronto como éste alcanzó el Poder, contribuyendo en gran parte a su caída? Mohler la empieza definiendo como la "antirrevolución francesa". Después depura más el concepto por exclusión. A la Revolución Francesa le salieron enemigos en su propio campo: el anarquismo y el marxismo, por ejemplo, que continuaron su trayectoria, aunque estén hoy fuera del repertorio de sus ideas; los conservadores puros o reaccionarios, que quieren simplemente detener la historia o darle marcha atrás. Ninguno de estos elementos pertenecen a la revolución conservadora, perfilada fundamentalmente por tres rasgos, en contraste con los de su adversaria: la Revolución Francesa disgrega la sociedad en individuos, la conservadora aspira a restablecer la unidad del conjunto, la Revolución Francesa proclama la soberanía de la razón, desarticulando el mundo para aprehenderlo en conceptos, la conservadora trata de intuir su sentido en imágenes, la Revolución francesa cree en el progreso indefinido, en una marcha "lineal", la conservadora retorna a la idea del ciclo donde los retrocesos compensan los avances y en el total nada se gana ni se pierde.

Resultan, a primera vista sorprendentes los dos términos del nombre elegido para calificar esta compleja doctrina, tanto por su aparente antinomia como por no guardar relación ninguno de ambos con el contenido acabado de exponer. Conviene por ello precisar que ni la "conservación" se refiere aquí al intento de defender forma alguna ya caduca de vida, ni la “revolución” al propósito de acelerar el proceso evolutivo para incorporar algo nuevo y mejor al presente. Aquello es conservadurismo en el viejo sentido o reacción; esto, creencia en el progreso. Pero la idea central de la revolución conservadora es la de la inalterabilidad del conjunto a través de la sucesión de las formas, y, por tanto, sus adeptos no viven ni en el pasado, como los reaccionarios, ni en el futuro, como los progresistas, sino en el presente —un presente absoluto en el que se unen pasado y futuro—. Ello no impide que se ayude a derribar lo individual, cuya hora ha sonado, porque más vale corte rápido que putrefacción lenta; pero sin creer por ello que nada va a variar en esencia ni que el mañana puede ser mejor que el hoy, ya que los hombres , con otros trajes y distintas costumbres, serán siempre los mismos, con idéntica inclinación hacia el bien y el mal.

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