A fin de poner al desnudo la realidad de la Asamblea parlamentaria, nos es preciso buscar su procedencia: o bien es elegida en circunscripciones electorales, o bien es constituida por un partido o una coalición de partidos o por designación. Pero ninguno de estos medios es democrático, pues el reparto de los habitantes en circunscripciones electorales significa que un solo diputado representa, según el numero de habitantes, a miles, a centenares de miles o a millones de ciudadanos. Esto significa también que el diputado no esta vinculado por un lazo orgánico popular con los electores, puesto que es considerado, según la democracia clásica existente, como el representante de todo el pueblo junto con los restantes diputados. A partir de ahí, las masas se separan definitivamente del diputado y el diputado se separa definitivamente de las masas. Por lo tanto, desde que recibe los votos, el diputado se convierte en monopolio de su soberanía y obra en su lugar y así vemos que la democracia clásica que actualmente existe en el mundo, otorga a los miembros de las Asambleas parlamentarias una veneración y una inmunidad que niega a los miembros del pueblo. Esto significa que las Asambleas parlamentarias se van convertido en un medio de usurpar y de monopolizar el poder del pueblo y, por ello, los pueblos tienen hoy derecho a luchar a través de la revolución popular, para destruir los instrumentos de la monopolización de la democracia y de la soberanía que niega la voluntad de las masas y que se llaman Asambleas parlamentarias, y a proclamar su grito resonante representado en un nuevo principio: «El pueblo no puede ser sustituido por nadie».
“El Libro Verde” por Muamar Gadafi
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