jueves, 9 de abril de 2015

Rebeldes


Si se quieren resolver, en un sentido favorable a la civilización, las cuestiones que se plantean en el mundo moderno, es absolutamente necesario destruir las intenciones democráticas. La experiencia contemporánea enseña que la democracia constituye el mayor peligro social para todas las clases de la ciudad, principalmente para las clases obreras. La democracia confunde a las clases con el objeto de permitir a algunas bandas de políticos, asociadas a financieros o dominados por ellos, la explotación de los productores. 

De modo que la ciudad debe organizarse al margen de las ideas democráticas, las clases deben organizarse al margen de la democracia, a pesar de ella y en contra de ella. Debe despertarse la conciencia que las clases deben poseer de sí mismas y que actualmente está asfixiada por las ideas democráticas. Deben despertarse las virtudes propias de cada clase, sin las cuales nada puede llegar a cumplir su misión histórica.


Para esta lucha, pedimos, a todos cuantos reconocen su necesidad, una colaboración ardiente y la más absoluta abnegación.

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