miércoles, 29 de abril de 2015

La impostura del mundialismo


¿No es surrealista, en la era de la mundialización y de la globalización, preocuparse de cuestiones étnicas? No, es futurista. No vamos hacia la desaparición de la noción de pueblo, sino hacia su hueco.

Tantos los partidarios como los adversarios de la “mundialización” arremeten contra molinos de viento. La mundialización, por el comercio internacional y los intercambios, ya fue realizada, entre los Siglos XVI y XX. Es un hecho adquirido. Fue impulsada por Europa durante los “grandes descubiertos”, la conquista de América y la colonización. Pero la mundialización del comercio nunca ha significado mezcla de los pueblos, ni tampoco libre cambio desencadenado. Actualmente, estamos viviendo la globalización, es decir la creación de redes relacionales, estratégicas, económicas, científicas y finánciales transnacionales. Pero, 1) esta globalización no impide que solamente un 12,4% de los intercambios de la economía norteamericana sean extracontinentales; 2) esta globalización no impide que más de un 70% de las exportaciones francesas, italianas, españolas o alemanas sean destinadas a los otros países europeos; 3) la globalización solamente concierne a una parte muy minoritaria del conjunto de las actividades humanas.

Al contrario, los que tienen que ser criticados –desde nuestro punto de vista- son los partidarios del mundialismo, o más exactamente del cosmopolitismo. El cosmopolitismo no es una descripción de la realidad, sino un arma de guerra ideológica contra Europa, destinada a negar antropológicamente nuestro continente después de haberlo paralizado políticamente.

Dicen: “somos un pueblo único en toda la Tierra, mezclémonos”. Quieren imponer la idea de que el futuro del planeta es el mestizaje generalizado, puesto que las fronteras políticas y económicas están desapareciendo. Sofismas. No es esta la realidad. La homogeneidad mestiza de la humanidad no existe. Al contrario, los bloques étnicos se refuerzan. Únicamente Europa y Norteamérica son víctimas de flujos migratorios. Únicamente Europa y Norteamérica, o más exactamente sus clases intelectuales, creen y hacen creer en el advenimiento ineludible del melting-pot planetario. Al igual que el marxismo hacía creer en la ineluctabilidad científica del reino del socialismo internacionalista, el mundialismo es uno de los capítulos centrales de la ideología cosmopolita que explica sabiamente que tenemos que admitir “históricamente” los flujos migratorios afroasiáticos masivos y la renuncia definitiva a una identidad antropoétnica europea milenaria.

Pero, la mundialización y los flujos de inmigrantes no conciernen el resto del mundo. Es una impostura intelectual pretender que la mundialización es una realidad planetaria conforme al sentido de la Historia. Lo que es real, al contrario, es la colonización masiva de la que Europa es víctima. China, la India, África, los países arabomusulmanes, ya no se mezclan. Exportan su sangre. Son bloques cerrados. Ellos nos conquistan (en parte por revancha) según un método de infiltración más eficaz que la invasión militar directa, porque no provoca ninguna reacción de rebelión inmediata.
Sin embargo, existe una fuerte posibilidad, a plazo medio, de una guerra civil en Europa, esta última deseando encontrar la identidad y la homogeneidad perdidas. Una rebelión civil de los europeos de origen. La convergencia de las catástrofes podría ser el detonante. El pacifismo obtuso de los inmigracionistas y los sueños de mezclas armónicas pueden arrastrarnos a la guerra. Perfecto. Las ideas ineptas siempre son invertidas por los hechos.

¿Se tiene que destruir el “Estado soberano” en provecho de una Federación Europea?


No creemos en el slogan de “ciudadano del mundo".

1 comentario:

  1. La federacion europea de la que hablas es otro mundialismo ideado por el imperialismo alemán

    ResponderEliminar