¿No es surrealista, en la era de la
mundialización y de la globalización, preocuparse de cuestiones étnicas? No, es
futurista. No vamos hacia la desaparición de la noción de pueblo, sino hacia su
hueco.
Tantos los partidarios como los
adversarios de la “mundialización” arremeten contra molinos de viento. La
mundialización, por el comercio internacional y los intercambios, ya fue
realizada, entre los Siglos XVI y XX. Es un hecho adquirido. Fue impulsada por
Europa durante los “grandes descubiertos”, la conquista de América y la
colonización. Pero la mundialización del comercio nunca ha significado mezcla
de los pueblos, ni tampoco libre cambio desencadenado. Actualmente, estamos
viviendo la globalización, es decir la creación de redes relacionales,
estratégicas, económicas, científicas y finánciales transnacionales. Pero, 1)
esta globalización no impide que solamente un 12,4% de los intercambios de la
economía norteamericana sean extracontinentales; 2) esta globalización no
impide que más de un 70% de las exportaciones francesas, italianas, españolas o
alemanas sean destinadas a los otros países europeos; 3) la globalización
solamente concierne a una parte muy minoritaria del conjunto de las actividades
humanas.
Al contrario, los que tienen que ser
criticados –desde nuestro punto de vista- son los partidarios del mundialismo,
o más exactamente del cosmopolitismo. El cosmopolitismo no es una descripción
de la realidad, sino un arma de guerra ideológica contra Europa, destinada a
negar antropológicamente nuestro continente después de haberlo paralizado
políticamente.
Dicen: “somos un pueblo único en toda la
Tierra, mezclémonos”. Quieren imponer la idea de que el futuro del planeta es
el mestizaje generalizado, puesto que las fronteras políticas y económicas
están desapareciendo. Sofismas. No es esta la realidad. La homogeneidad mestiza
de la humanidad no existe. Al contrario, los bloques étnicos se refuerzan.
Únicamente Europa y Norteamérica son víctimas de flujos migratorios. Únicamente
Europa y Norteamérica, o más exactamente sus clases intelectuales, creen y
hacen creer en el advenimiento ineludible del melting-pot planetario. Al igual
que el marxismo hacía creer en la ineluctabilidad científica del reino del
socialismo internacionalista, el mundialismo es uno de los capítulos centrales
de la ideología cosmopolita que explica sabiamente que tenemos que admitir
“históricamente” los flujos migratorios afroasiáticos masivos y la renuncia
definitiva a una identidad antropoétnica europea milenaria.
Pero, la mundialización y los flujos de
inmigrantes no conciernen el resto del mundo. Es una impostura intelectual
pretender que la mundialización es una realidad planetaria conforme al sentido
de la Historia. Lo que es real, al contrario, es la colonización masiva de la
que Europa es víctima. China, la India, África, los países arabomusulmanes, ya
no se mezclan. Exportan su sangre. Son bloques cerrados. Ellos nos conquistan
(en parte por revancha) según un método de infiltración más eficaz que la
invasión militar directa, porque no provoca ninguna reacción de rebelión
inmediata.
Sin embargo, existe una fuerte
posibilidad, a plazo medio, de una guerra civil en Europa, esta última deseando
encontrar la identidad y la homogeneidad perdidas. Una rebelión civil de los
europeos de origen. La convergencia de las catástrofes podría ser el detonante.
El pacifismo obtuso de los inmigracionistas y los sueños de mezclas armónicas
pueden arrastrarnos a la guerra. Perfecto. Las ideas ineptas siempre son
invertidas por los hechos.
¿Se tiene que destruir el “Estado soberano”
en provecho de una Federación Europea?
No creemos en el slogan de “ciudadano del
mundo".
La federacion europea de la que hablas es otro mundialismo ideado por el imperialismo alemán
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