"El
caballero español se siente vivir con fuerza; se sabe a sí mismo existiendo
como un poder de acción y de creación. El caballero español es regularmente una
personalidad fuerte. No cede, no se doblega, no se somete.
Afirma su yo con
orgullo, con altivez, con tesón; a veces con testarudez. Pero siempre con
nobleza; es decir, sobre la base de una honda convicción y de una honrada
estimación de la propia valía. Es un carácter enérgico, violento y tenaz; pero
noble y generoso. Y así como cultiva en sí mismo las virtudes de la resistencia
y de la dureza, así también las admira en los demás. Acaso sea la única cosa
ajena que él admira.(...)
La virtud de la obediencia -por ejemplo- no será
fácilmente practicada por el español cuando el jefe, a quien deba obedecer, no
tenga en su persona cualidades reales, individuales, que lo impongan
naturalmente como jefe. El español se somete con gusto y entusiasmo a otro yo real,
en quien percibe fuerza, energía, poder de mando, dureza y superioridad de
carácter. Pero no se inclina ante la autoridad puramente metafísica de un
concepto; no se somete a la mera idea jurídica de la soberanía, basada, por
ejemplo, en voto o sufragio o procedimiento cualquiera de tipo
formalista."
Extraído de “Idea de Hispanidad”, de Manuel García Morente
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