jueves, 29 de octubre de 2015

Ramón Bau sobre el fascismo italiano




El uso de las palabras es, parafraseando el tema de la palanca: 'Dadme el dominio del significado de las palabras y dominaré el mundo'.
Hay cosas que se definen por varias palabras, según quién las use. Y hay palabras que tienen diferentes significados según quién las diga o las escuche.
Así 'puta', 'prostituta' o 'trabajadora del sexo' definen la misma miserable profesión pero desde ópticas bien distintas. Siendo la primera la definición clásica desde Quevedo, y siendo la última la propuesta progresista actual que pretenden normalizar éticamente la venta del sexo.
Y ‘fascismo’ es una palabra que significa muy diversas cosas según quien la exprese o en qué entorno se exprese.
Hoy en día significa ‘el mal’, y se aplica por una parte a cualquiera que no concuerde con el Pensamiento Único de Obligada Creencia Democrática, o, en boca de la izquierda, a cualquiera que no sea de los ‘suyos’.

Pero incluso usada con rigor puede tener al menos dos significados distintos: el fascismo italiano de Mussolini, o el uso generalizado de ‘fascismo’ como una cosmovisión del mundo genérica que enraizó especialmente en todos los países del mundo en los años 20 a 40 del siglo XX, en cada país de forma diversa y con diferencias entre ellos, aunque con una similitud genérica general, tan bien expresada en el libro de Giorgio Locchio ‘La esencia del Fascismo’.
El propio Mussolini entendía este carácter genérico al decir en su discurso: “El fascismo considerado como idea, doctrina, realización, es universal: italiano en sus instituciones particulares, es universal en su espíritu, y no podría ser de otro modo”.

Así pues, entre tanto significado, es muy oportuno por parte de E. Núñez habernos recordado el origen histórico del ‘fascismo’, que es sin duda el Partido Nacional Fascista de Mussolini, y para ello nada mejor que recordar esos 90 años desde la Marcha sobre Roma del 29 de octubre de 1922.
Y más cuando ese hecho es casi desconocido en su desarrollo y su importancia. Este desconocimiento es debido, en nuestros medios, a dos problemas: Primero a que el movimiento mussoliniano se conoce poco y se refleja, cuando se estudia, sobretodo en su etapa final de la República de Saló, mientras que se olvida la enorme lucha y éxito de la toma de poder de Mussolini. Segundo porque se confunde esta Marcha sobre Roma con un ‘golpe militar o de fuerza’, como si se hubiera efectuado sin apoyo popular, usando solo la fuerza para tomar el poder.

Muchos nacionalsocialistas tienen reparos en estudiar este tema, al compararlo con el fracaso del Putsch de Munich de Hitler, y su éxito posterior al efectuar la lucha política legalmente dentro del propio sistema democrático.
Este tema hay que aclararlo: La subida de Mussolini al poder fue legal, requerido como Jefe de Gobierno, no por la toma por la fuerza del Gobierno. La marcha fue solo una forma de forzar esa decisión de acabar con un gobierno en total decadencia y sin fuerza popular alguna, y en realidad no llegó ni a entrar en Roma realmente (y sin muertos ni violencia).
Por otro lado la democracia no tiene valor alguno para rechazar la toma del poder popular por la fuerza. Todas las democracias del mundo, y más aún todos los gobiernos comunistas, han sido tomadas por la fuerza. La toma de la Bastilla y la marcha contra Versalles (donde los demócratas asesinaron a toda la guardia suiza) eran totalmente ilegales. La democracia USA se basó en una guerra contra la ley inglesa vigente… y así en todos los países.
Por tanto cuando la presión popular, apoyada por una parte fuerte y decidida del pueblo se enfrenta a un gobierno decadente y anti popular, no se usa la fuerza en vano ni ‘ilegalmente’.
El fascismo genérico nace de la unión de un movimiento socialista en la “modernidad en un marco tradicional de retorno a la esencia de cada pueblo”, como bien indica este texto.

Pero el fascismo italiano tiene su creación inicial el 21 de marzo de 1919 con el primer Fascio Milanese di Combattimento y acaba su creación el 8 de noviembre de 1921 cuando se funda, en el Congreso del Fascio, el Partido Nacional Fascista (PNF).
El fascismo entró en seguida en la lucha electoral democrática, como Hitler en Alemania más tarde, y ya en 1921 treinta y cinco fascistas entraron en el Parlamento. Pero lo más importante es que en 1922 ya eran más de 700.000 trabajadores los que se habían afiliado a la “Confederazione Nazionalle delle Corporazioni”, sindicato del PNF. Eran ya millones los afiliados fascistas, y con fuerte componente juvenil y luchadora.

El texto relata cómo se gestó la idea de la Marcha sobre Roma, sin afán de la violencia, puesto que Mussolini sabía que sus “camisas negras” no podían enfrentarse con éxito al Ejército.
 Y el final no fue de lucha violenta ni de enfrentamiento, sino que “a primeras horas de la tarde del día 29, el general Cittadini telefoneó al Duce fascista transmitiéndole el encargo del Rey de formar Gobierno”.
Pero el texto no se limita en absoluto a esta descripción de un momento concreto, la Marcha sobre Roma, sino que aporta textos de Mussolini exponiendo la esencia fascista y sus “coincidencias en puntos esenciales de valor universal”.
Luego nos expone multitud de opiniones de artistas, políticos, etc. de aquella época sobre Mussolini , desde el Manifiesto Futurista a algunas tan sorprendentes como las del miserable de Churchill cuando declaraba “El genio romano, encamado por Mussolini, el más grande de los legisladores modernos, ha enseñado a muchas naciones como puede resistirse el asalto del comunismo y ha indicado la ruta que un país puede seguir cuando es valerosamente conducido”.
Pero cuando además de resistir al comunismo, atacó al capitalismo que personificaba la esencia de la democracia de Churchill esta admiración cambió totalmente.
Por último nos recuerda también algo muy olvidado, los Mártires del Fascismo italiano, los líderes y dirigentes del Partido Fascista, capturados en la carretera de Mussolini, que fueron fusilados por los partisanos comunistas y luego vejados infamemente por ese comunismo sin ética ni valores en la Plaza de Milán. Aunque esa repugnante actuación no es nada comparada con la represión y la barbarie democráticas que en Italia alcanzo grados particularmente crueles en la postguerra.

Hoy la tumba de Mussolini está en Pennino.
Como nacionalsocialista tengo el mayor respeto por aquel que fue amigo fiel de Hitler, creador del primer ejemplo de ‘fascismo’ genérico. Sabemos que a nivel ideológico hay diferencias de cierta importancia entre fascismo italiano y nacionalsocialismo, especialmente en el concepto de Estado como centro de la Nación frente a nuestra idea del Pueblo como centro del Estado y Nación. Pero por encima de esas ‘ideas’ hay esa comunión de forma de ver el mundo, el Hombre, los Valores, que nos unen en una misma lucha.

Extraído del prólogo de '90 aniversario de la Marcha sobre Roma', por Ramón Bau

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