miércoles, 3 de junio de 2015

Sois jóvenes...


“Sois jóvenes y habláis como maduros.

Sois jóvenes y tenéis afilada la pluma al servicio del pensamiento claro y la expresión concreta; hacéis de cada frase un punto de arranque: sin malgastar palabras en busca de la hueca parrafada, o lo que es lo mejor, sin ir en busca de la ovación sonora que la mayoría de las veces es ir mendigando un harapo para cubrir la desnudo fealdad de los vanidosos.

Sois jóvenes y vivís sin olvidar, ¡como tantos olvidan!, que el símbolo de la Falange, el modo de ser del escuadrista, es el dardo y la diana (primera línea recta de la primera geometría), y sin olvidar, también, que el símbolo de la anti-Falange, el modo de ser del jovencito moderno, prematuramente envejecido, es el circunloquio y el bizantinismo, el rodeo y la duda perpetua.

Hacéis bien en tenerlo presente: porque si lo olvidáis, también vosotros acabaríais como ellos, dejando la cumbre batida por todos los vientos para bajar al llano, sin fijaros que, poco a poco, también vuestras inquietudes se irían acostumbrando a la enana rebeldía de los cafés, donde el aire se enrarece y los ojos se nublan y los pulmones se envician y la voz se amolda a chillar, porque nadie escucha a nadie.

He leído las palabras que os dedica nuestro gran, filósofo, y profesor Adolfo Muñoz Alonso, y he visto que alude a aquella "Advocación” que un día cargado de nubarrones escribí a José Antonio: era, cuando asfixiado por el asco, vi que los hombres corrían como locos sedientos en busca de todo lo contrario de aquello que habíamos venido a dejar para siempre a la orilla del camino, del nuevo camino abierto con tanta sangre y tanto dolor, para vivir con garbo.

Y decía que José Antonio no podía estar contento con nosotros, porque nos dio el ejemplo inmolado de su vida, para dar con su esfuerzo una lección de sacrificio, y ellos confundieron su lema de “ser mejor” por el de “estar mejor”, porque quiso una Patria de hermanos, elevada por encima de todas las injusticias y todos los apetitos, y ellos prefirieron tener una España de letras de cambio, abriéndose a codazos para ser los primeros en la sucia fila de los privilegios.


José Luis de Arrese

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