viernes, 26 de junio de 2015

Dios y el pueblo.

Para nosotros la fe no es el derecho a la bienaventuranza, sino una obligación para la lucha por el pueblo y por la sangre. Nos es indiferente el hecho de que nosotros, entonces, seamos considerados por los sabios cristianos como destinados al cielo o condenados al infierno, porque el cristianismo nos separa, creando un abismo entre los miembros de nuestro pueblo.

Nosotros no aspiramos a una recompensa en forma de una vida tranquila después de la muerte, porque esto representa un espíritu comercial judío y liberaloide.

¡Cree, reza, confiésate, haz penitencia y te has ganado el cielo! No, ¡trabaja, lucha y cree en tu pueblo! ¡No preguntes por la recompensa, ni qué va a ser de tu vida! Pregunta: ¿cómo puedo servir a mi pueblo? ¡Vive de acuerdo con sus intereses y habrás cumplido con tu deber! Nuestro pueblo, la comunidad, es nuestra ley suprema, ley que para nosotros es inatacable, sagrada y eterna.

¡Gott und Volk!

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