lunes, 30 de marzo de 2015

Militancia en el área



En el actual panorama político español, hay una palabra que está perdiendo su esencia y original sentido: "militante". El militante no debe ser considerado aquel que paga las cuotas de cierto partido o asociación de forma religiosa cada determinado tiempo, militante ha de ser aquel que con una creencia innegable y férrea en las ideas por las que lucha su organización, que día a día es partícipe de la lucha que se mantiene por la victoria de sus aspiraciones.

Uno de los errores que suele cometer la “militancia” moderna es dejarse llevar, dejar que otros dirijan sus acciones, que otros llenen sus cabezas de ideas en las que ellos creen por imposición y no por propia convicción. Si debe haber un motor para alcanzar la revolución en este mundo, no puede ser otro que el corazón, pues si no se tiene la creencia propia e inamovible en nuestros ideales, estos un día morirán y dejarán en nosotros una coraza vacía sin ninguna causa superior por la que vivir. Porque nunca olvidemos que vivir es luchar.


¿Cuántos de esos "militantes" si por un milagro, que es lo que haría falta, alcanzasen la victoria y llegasen al poder mañana pensarían: "¿Y ahora qué?" con una confusión manifiesta en su gesto? Se quedarían rondando en su mente esa pregunta sin saber qué contestarse a sí mismos durante quién sabe si días.


Más importante que el luchar, es saber por qué se lucha, las metas que ansiamos alcanzar. Creo que las organizaciones deben de fijar unas metas a corto plazo y no en un futuro lejano e incierto, pero para fijar estas metas se debe partir de una militancia formada, activa y sobretodo revolucionaria. Porque tan ineficaz es sólo la militancia activa, como puede ser empapelar o “buzonear” barrios enteros, como sólo la militancia intelectual, ya sea la formación de cada uno mediante lecturas y documentales o yendo a conferencias y otros actos de calado cultural. Si no se combinan ambas de una forma eficaz y equilibradas, tan difícil será para los que pegan carteles explicar lo que defienden en los mismos como le resultará a quien sólo lee libros hacer llegar sus ideas a otra gente. Es por eso que el militante debe tener un corazón conquistado por sus ideas y un cerebro que le permita obrar estratégicamente en pos de esas ideas.


No se debe defender una posición política durante un tiempo como simple gesto de rebeldía, si no que debemos defender nuestro ideal teniendo la vista firme en el horizonte, pues no olvidemos que no debemos anclarnos ni al pasado ni al presente, si no que debemos ser la vanguardia que avance con paso firme hacia un futuro que es nuestro y estamos en disposición de asir con fuerza como bandera, un futuro mejor para los nuestros.

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