Ayer, miércoles 26 de marzo de 2015 se aprobaba, tras su paso
sin pena ni gloria por el Senado la nueva ley de seguridad ciudadana más
conocida como “Ley Mordaza”, que no es más que una modificación de la hasta
ahora existente Ley 1/92 (Ley Orgánica sobre protección ciudadana), hasta ahora
casi inutilizada, que entrará en vigor justo después de su publicación en el
Boletín Oficial del Estado, el 1 de julio, al igual que la reforma del Código
Penal y el “Pacto antiterrorista”.
Esta ley ha suscitado el rechazo unánime de la población debido
a su carácter claramente restrictivo, dado que lleva implícito una limitación
de los derechos de expresión y manifestación, derechos fundamentales recogidos en
la Constitución.
Estas son algunas de las acciones tipificadas
como delito en la 'ley mordaza', con multas que van des de los 100€ hasta los
600.000€.
Acciones
consideradas leves penalizadas con multas de entre 100€y 600€:
- Negarse a identificarse.
- Ocupar un inmueble sin el consentimiento del propietario.
- Insultar a la policía durante una manifestación.
- Ocupar entidades bancarias.
- Ocupar la vía pública por la venta ambulante (el llamado 'top manta').
- Consumir bebidas alcohólicas en la calle.
- Escalar edificios.
- Ocupar un inmueble sin el consentimiento del propietario.
- Insultar a la policía durante una manifestación.
- Ocupar entidades bancarias.
- Ocupar la vía pública por la venta ambulante (el llamado 'top manta').
- Consumir bebidas alcohólicas en la calle.
- Escalar edificios.
Acciones
consideradas graves penalizadas con multas de 601€ a 30.000€:
- Grabar a la policía y
hacer uso de las imágenes sin autorización.
- Manifestarse frente a la sede del Congreso, del Senado o de parlamentos autonómicos si se "perturba la seguridad".
- Impedir un desahucio.
- Negativa de disolución de concentración o manifestación.
- Consumir drogas en lugares públicos, aunque no se trafique con ellas.
- Solicitar o aceptar servicios sexuales en la vía pública o en lugares donde haya menores.
- Manifestarse frente a la sede del Congreso, del Senado o de parlamentos autonómicos si se "perturba la seguridad".
- Impedir un desahucio.
- Negativa de disolución de concentración o manifestación.
- Consumir drogas en lugares públicos, aunque no se trafique con ellas.
- Solicitar o aceptar servicios sexuales en la vía pública o en lugares donde haya menores.
Acciones
consideradas como muy graves y
penalizadas con multas de 30.001€ a 600.000€:
- Reunirse o manifestarse en
infraestructuras de servicios públicos.
- Celebrar espectáculos o actividades recreativas en contra de la prohibición ordenada por la autoridad correspondiente.
- Celebrar espectáculos o actividades recreativas en contra de la prohibición ordenada por la autoridad correspondiente.
Con todo esto, y en materia
de protección ciudadana el juez pasa a tener un papel “secundario”, puesto que
éste ya no tendrá la última palabra si no que la tendrá la autoridad
administrativa correspondiente, provocando, así, un “intrusismo” en la función
judicial, lo que desembocaría en la arbitrariedad en la toma de decisiones y en
el dictamen de sentencias administrativas y penales en materia de seguridad.
Así el gobierno, que ha
elegido la seguridad antes que la libertad, en un ejercicio de despotismo
pretende imponer un estado policial, dominarnos como a pusilánimes borregos.
Esta ley nos acerca más al Mundo Feliz de Huxley, una población sumisa dominada
y controlada, incapaz de pensar por sí misma. El mismo gobierno que defendía la
libertad de expresión en Francia tras el atentado de Charlie Hebdo, quedó muy
bonito sobre el papel ser Charlie, mientras preparaban la mayor pérdida de
derechos fundamentales en la historia
de la democracia en España. Un gobierno marcado por la hipocresía de sus
líderes, una prensa al servicio de estos y una población que herida ve como
cada vez se merman más los derechos que son inherentes a cualquier ciudadano
español.
Históricamente, toda
represión acaba en revolución, demostremos, pues, que una mísera ley que ha
nacido de la necesidad de controlar a una nación desgobernada y sumida en la
incertidumbre política no podrá con la
sangre y la fuerza de un pueblo unido que lucha por defender los derechos que
por naturaleza les pertenecen.
Por Nila Marínez
Por Nila Marínez
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