domingo, 1 de noviembre de 2015

Marchar


Marchar no es correr, ni simplemente caminar. Es un movimiento pausado. El que marcha tiene los pies elásticos, no se arrastra con languidez; progresa virilmente. Lleva el cuerpo erguido, libre; no como quien va encorvado bajo el peso de un fardo; no titubea; guarda proporción y firme simetría en sus pasos.

Marchar bien es arte noble. Arte que concilia la disciplina con la libertad, la fuerza con la gracia, la condescendencia con la firmeza, el sosiego con la energía conquistadora. Según se trate de un hombre o de una mujer, ese paso será marcial, expresión de una actitud combativa o apacible y gracioso; reflejará el ánimo de defensa o ataque, o revelará la tranquilidad que reina en el interior. (…)

¿No es verdad que la marcha expresa la nobleza del hombre? Porque ese cuerpo que por el dominio del alma se mantiene recto, dueño de sus movimientos; que avanza con paso seguro, es privilegio suyo exclusivo. Marchar con el cuerpo recto significa ser hombre. (…)

La marcha sólo tiene esa belleza de símbolo cuando se funda en la verdad, jamás cuando se inspira en la afectación y en la vanidad.

Romano Guardini

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