Quizás en otros tiempos, quizás fuera posible, elegir el camino de la vida; quizás para otros hombres, en otra época, la elección existiera. Siervo, trovador, guerrero.
En nuestros días oscuras nubes tiñen de negro el cielo, espíritus innobles amenazan nuestras tierras, bastardos del egoísmo y la perversión juran difuminar nuestra estirpe. En nuestros días.
Creencia de muchos ingenuos es que podrán mantener sus oficios… sobrevivir ellos solos al desastre. Ellos solos. Convicción de otros tantos es que aquellos poderosos, pagaré de su confianza, harán su trabajo; mucho es esperar de aquello que su alma ceden al mejor postor. Siervo, trovador, guerrero.
De nuevo, acaso se me antoja una visión. Veo en un frío amanecer miares de cabezas negras portando armas de codicia, ojos enrojecidos que ansían poseer, mentes enloquecidas que no van a retroceder. Quo vadis? ¿Quién es?, es el demonio de Sión que en su grupa porta la peste negra, muerte segura de Europa la bella. Siervo, trovador, guerrero.
Pronto anochecerá, es momento de elegir. Los desagradecidos amos ya no te querrán como siervo, podrás entonces ser trovador, aunque al final ya no te quedaría pueblo al que cantar. ¡Guerrero serás pues!
El miedo invade tu alma, el temor al riesgo hiela tu garganta, vas a desfallecer. Pero los dioses insuflan potencia a tus venas, que ya vigorosas, empujan con fuerza tu sangre hacia el corazón del combate. Recuerdas entonces a tus ancestros y ya nada temes, ahora ves claro sólo lo realmente valioso; pero quizás es tarde, todo está perdido ya… y quieres llorar, pero recuerdas el respeto que le debes a tu raza, y apretando los dientes alzas la espada y piensas que al menos con un acero empuñado, morir será más propio de un guerrero.
H. Cramere
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