Justo después de acabar la Unificación Italiana de Giuseppe Garibaldi, la Mafia empezó a ganar adeptos en Sicilia. Es bien cierto que en los primeros años de la recién nacida Italia, el Estado Italiano había luchado fuertemente para evitar que la Mafia creciera, pero con los años los políticos italianos comenzaron a corromperse con la muerte de Garibaldi y poco a poco empezaron a encontrar en los mafiosos una buena fuente de ingresos. A medida que entraba el siglo XX, la democracia italiana estaba totalemente corrupta por la Mafia y el Estado en lugar de solucionarlo, hacía ver al pueblo que luchaba contra esta, mientras que la mayoría de las veces salía beneficiado. Los burdeles, el blanqueo de armas, mujeres y sobretodo dinero era lo que mandaba en Sicilia, eso sin contar los tiroteos en las calles, los muertos, represalias y la dictadura de las metralletas nocturnas en la noche siciliana.
Cuando Benito Mussolini llegó al poder y fue proclamado Duce de Italia, la situación en Sicilia cambiaría total y radicalmente. Mussolini ya había propuesto en su programa previo a la Marcha sobre Roma un plan para acabar de una vez con la Mafia, a la que identificaba cien por cien con el Estado, aunque en realidad sólo era una parte de este, algo que a pesar de todo no dejaba de ser preocupante y grave.
El año 1922 transcurrió sin problemas para el fascismo y la Mafia. Muchos sicilianos no vieron con buenos ojos la política de Mussolini porque no estaba haciendo nada para derrotarla. Pero en realidad sólo era una estratégia del astuto Duce, pues había decidido no meterse con la Mafia durante un período de dos años para que esta creciese, se confiase y de ese modo poder saber todos sus movimientos. Mientras tanto Mussolini se ganaba la confianza de la gente en otros lugares de Italia, Sicilia aún tendría que esperar. Cuando ya había pasado un año del período que otorgó Mussolini, los alcaldes y prefectos fascistas de Sicilia comenzaron a pasar todos los datos recopilados sobre la Mafia, sus negocios y locales del año anterior. Para finales de 1924 el Partido Nacional Fascista (Partido Nazionale Fascista) sabía el paradero de todos los mafiosos de Sicilia. Era hora de actuar.
Sin previo aviso, nada más comenzar 1925, Mussolini designó como prefecto de Palermo a Cesare Primo Mori, un hombre completamente decidido a acabar con la Mafia. El puesto que ocupó Primo Mori y su gente, previamente había estado ocupado por mafiosos o colaboradores de estos que en seguida perdieron el apoyo del gobierno local. Desorientada la Mafia, Primo Mori publicó los nombres de todos los mafiosos que rápidamente empezaron a ser capturados. Las detenciones se hicieron de manera tan rápida y perfecta que a pocos mafiosos les dió tiempo a escapar. La prensa, acto seguido, empezó a hacer una dura campaña verbal y escrita en contra de la Mafia con todos los medios propaganísticos que el fascismo tenía en su mano, llegando de manera muy concienciadora a la gente; de hecho entre estas tácticas fue clave la de no publicar los atentados de los mafiosos contra el pueblo para así no darles publicidad. Para que los habitantes de los pueblos de Sicilia que durante años habían estado atemorizados por la Mafia perdiesen el miedo, se pasearon a los mafiosos por las calles atados para que la gente les insultura y ya no tuvieran temor de ellos nunca más.
Entre 1925 y 1931 se iniciaron persecuciones masivas contra la Mafia. A los mayores asesinos mafiosos se les ejecutó, al resto se los encerró o se les expulsó del país, mientras que todos sus bienes fueron confiscados. Los colaboradores de la Mafia sufrieron la misma suerte, ya fueran alcaldes, concejales o empresarios. La última etapa de la persecución fascista a la Mafia fue la detención de los “guantes amarillos”, aquellos mafiosos de despacho y mesa que con sobornos y otros métodos habían conseguido pasar inadvertidos, siendo la mayoría encontrados, juzgados y eliminados.
Florecido para Sicilia amaneció el año 1932, ya no existía la Mafia. La mayoría de mafiosos habían huído a Estados Unidos, sobretodo a Chicago. La Mafia había perdido toda su estructura y no tenía medios ni para corromper ni atentar contra el Estado Italiano. Por otro lado la Camorra había desaparecido y quedado destruida en su totalidad. Aquella era la mayor victoria que el pueblo italiano había conseguido contra la Mafia, sin embargo Mussolini cometió un error, no combatirla en el extranjero, por lo que se reforzaría y obtendría el apoyo de los Aliados una vez se iniciase la Segunda Guerra Mundial.
Con la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial en 1940, los mafiosos italianos Luky Luciano y Vitore Genovese se entrevistaron con las grandes esferas de los países aliados, especialmente de Estados Unidos, donde recibieron el apoyo y la financiación necesarios para combatir a Mussolini e imponerse otra vez en Sicilia. En 1943 mafiosos fueron infiltrados por los Aliados en Sicilia, entorpeciendo las operaciones del Ejército Italiano en la recién iniciada “Operación Husky” consistente en la invasión americana de la isla.
Una vez Sicilia fue conquistada por los estadounidenses, la Mafia regresó al poder en la isla. De nuevo empezaron las largas tardes de calor mediterráneo bajo el chillido de las cigarras, a la espera de que algún hombre con sombrero y metralleta bajara de un coche para dar caza a una infortunada presa mientras era observada a través de las rendijas de una vieja persiana propiedad de unos aterrorizados vecinos. Esta situación de terror mafioso impuesta en Sicilia por los vencedores de la guerra se prolongaría durante todo el siglo XX y después.
Artículo extraido de Eurasia1945
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