domingo, 7 de junio de 2015

¡No te vendas!

A toda posible organización rebelde, el poder le lanza un anzuelo con un gusanito, lo mueve y espera a que pique. Este gusanito es el pacto, un pacto que consiste en algo muy sencillo; el poder te ofrecerá seguridad a cambio de sumisión (y no solo con las organizaciones, sino en todos los aspectos de nuestra vida). Te dirá: “acepta mi subvención, te dará sustento”, “acepta publicidad en mis medios de comunicación, te dará estabilidad”, “acepta mis locales, te darán seguridad”. Al principio todo será alegría pues tu organización crecerá y os haréis cada vez más famosos y grandes, pero llegará un día en que querrás denunciar públicamente la raíz del problema contra el que luchas, la fuga de agua que inunda la casa, el virus que provoca la fiebre, entonces el poder no dudará, te dirá: “vives de mi subvención, de mi publicidad y de mi local, si hablas te lo quito todo”.

Tu movimiento habrá sido esterilizado, porque ha mordido el gusano que cubría el anzuelo. Porque en este sistema quien paga manda y quien cobra calla, y el que paga y manda es un león, y a un león no le podemos pedir que coma hierva, pues su naturaleza no es ésta.

Pero sería injusto si metiésemos a todas las organizaciones en el mismo saco. Hay algunas que se resisten a ser domadas por el amo, que escupen al dinero que les ofrece el poder, que se niegan a aceptar sus reglas de juego, que se quitan el esparadrapo de la boca y gritan a los cuatro vientos la verdad, porque como decía George Orwell: “en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”. Pero por desgracia no son la mayoría, ni las más grandes, ni las más poderosas.

Cobrar una subvención es peligroso, es como el queso de la trampa de ratones, puedes mordisquearlo, e incluso ponerte las botas y salir ileso, y muchos ratones lo hacen, y muchas organizaciones también, pero cuidado no salte la trampa y te atrape. El problema es cuando tu alimentación depende de ese queso que te dejan en la trampa, de esa subvención, si dependes mucho acabaran controlando tus actos. Por ello el problema al que se enfrentan las organizaciones es al crecimiento, porque para crecer hace falta dinero, y el dinero lo tiene el poder.

Los amos del mundo están tan sólidamente establecidos que se permiten el lujo de que existan las ONGs, los partidos de izquierdas, los sindicatos… ¿Por qué? Porque no molestan a nadie, no son una amenaza revolucionaria, están controlados, son sumisos, han sido institucionalizados, esterilizados, no dudan en ponerse de rodillas a sacarle brillo a las preciosas y relucientes botas del poder. Es más el poder necesita a estas organizaciones, porque cuando hay fuego social, cuando la sociedad estalla, y se levanta de forma espontánea salen hablando los grandes sindicatos y partidos de izquierda de paz, de pactos, de esperar, enfrían el conflicto social en vez de avivar el incendio, venden a los obreros, a los pobres, a los desamparados que confían en ellos, hacen de corta fuego, y esto el poder lo sabe y lo utiliza. La organización, la lucha, la resistencia tiene que surgir de abajo, y nunca pactar con el poder, porque esa es la trampa. El depredador se disfraza de vegetariano para que pactemos con él, nos busca, nos intenta convencer de que ya no es carnívoro, pero es mentira, su naturaleza, su instinto es el de devorar, cazar y destruir a su presa sin compasión ni remordimientos.


¡No te vendas al sistema!

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