viernes, 12 de junio de 2015

La eterna crisis chilena



El gran problema espiritual que debemos resolver puede sintetizarse por la palabra nacionalización. No se trata de una actitud de chauvinismo frente al extranjero, de odio, de desprecio, o de burla. Nada debe estar más lejos de nosotros que eso. Cada día nos convencemos más de la necesidad de mutua comprensión y conocimiento de los pueblos. Durante muchos decenios más y quizás hasta el fin de su vida cultural, tendremos que aprender de la vieja Europa, eternamente joven y esbelta.

Lo que necesitamos es que la imitación mecánica sea substituida por una participación inmediata en el espíritu occidental de la época. Debemos hacer nuestros sus métodos y procedimientos, compenetrando su estructura interna. En vez de imitar los contornos exteriores, debemos tratar de adaptar el espíritu mismo que domina a las creaciones occidentales, con el fin de despertar nuestras facultades creadoras.De esta manera se producirá nuestra nacionalización (…) Sin duda, las ciencias y las artes tienen actualmente un carácter internacional en el mundo occidental.

En todas partes se aplican los mismos principios, la misma técnica. los mismos procedimientos. Pero, sin embargo, los resultados a que se llega tienen un carácter diferente en cada pueblo. Existe simultáneamente una cultura internacional y otra nacional.La aplicación de las bases internacionales a un ambiente determinado, efectuada en forma creadora y no imitadora, genera la cultura nacional, que es el fruto de las condiciones particulares del ambiente en que vive una sociedad humana.

Así, por ejemplo, podemos estudiar los métodos de la sociología en la literatura internacional y aprenderemos las categorías que debemos aplicar para hacer estudios sobre la materia. Si permanecemos han el estado de la imitación servil, trataremos de transplantar a nuestro país las instituciones que existen en otras naciones. Pero si estamos dotados de espíritu creador, prescindiremos completamente de lo que actualmente existe en otras partes y trataremos de analizar las bases sociológicas de nuestra nación, con el fin de llegar a una organización social que nos sea idónea. Llegaremos así a tener un Estado chileno, diferente del alemán, francés, inglés o norteamericano, y que representará una nueva solución de los problemas políticos.
Exactamente lo mismo ocurrirá con el arte.

La técnica es internacional, se puede aprender en todas partes. Tampoco el asunto o motivo exterior que se pinta o describe nacionaliza al arte. Pero la intimidad, la intensidad con que un pintor experimenta las sensaciones de los fenómenos ópticos de nuestro país —diferentes de los de otros ambientes — produce obras nacionales.


Carlos Keller

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