El grado de bienestar, producto del neocapitalismo, aunque formalmente no pretende absorber la vida, ni imponerse por medio de la coacción y la violencia, en la práctica se convierte en un dominador de los hombres por medio de las manipulaciones económicas y políticas, convirtiéndolos en esclavos alucinados, siempre ansiosos y siempre insatisfechos de bienes de consumo, cuya apetencia les es estimulada por la oligarquía capitalista, para explotar sus vidas y su libertad, pues ante un clima social creado especialmente para ello, por medio de las modernas técnicas propagandísticas, la libertad real se convierte en patrimonio de unos pocos.
Manuel Hedilla
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