jueves, 31 de diciembre de 2015

El socialismo Ujamaa

El socialismo es una actitud mental. En una sociedad socialista es la actitud mental socialista, y no la rígida adhesión a una norma política uniforme, lo que se necesita para conseguir que las gentes cuiden unas del bienestar de otras.

El propósito de este trabajo es examinar esa actitud. No esta destinado a definir las instituciones que pueden ser necesarias para encararla en una sociedad moderna.

En el individuo, como en la sociedad, es una actitud mental lo que distingue al socialista del no socialista. No tiene nada que ver con la posesión a la no posesión de riqueza. Personas indigentes pueden ser capitalistas en potencia, explotadores de seres humanos prójimos suyos. Del mismo modo, puede ser socialista un millonario; puede dar valor a su riqueza sólo porque puede usarse en el servicio del prójimo. Pero el individuo que usa la riqueza con propósito de dominar a sus prójimos es un capitalista. ¡Y es tal el hombre, que lo hace siempre que puede!

He dicho que un millonario puede ser un buen socialista. Pero un socialista millonario es un fenómeno raro. Realmente, es una contradicción en los términos. La aparición de millonarios en una sociedad no es prueba de la opulencia de ésta; pueden producirse en países muy pobres, como Tanganica, lo mismo que en países ricos, como los Estados Unidos de América. Porque no es la eficacia de la producción, ni la cantidad de riqueza de un país, lo que forma millonarios; es la distribución desigual de lo que se produce. La diferencia fundamental entre una sociedad socialista y una sociedad capitalista no está en los métodos de producir riquezas, sino en el modo en que ésta se distribuye. Por lo tanto, aunque un millonario podría ser un buen socialista, difícilmente puede ser producto de una sociedad socialista.

(…)Los defensores del capitalismo alegan que la riqueza del millonario es la justa remuneración de su talento o su actividad. Pero ese alegato no tiene el apoyo de los hechos. La riqueza del millonario no depende de la actividad o los talentos del millonario mismo más de lo que el poder de un monarca feudal depende de sus propios esfuerzos, iniciativa o cerebro. Los dos son usuarios, explotadores, de las capacidades y la actividad de otros individuos(…).



Ujaama, base del socialismo africano
Julius Kambarage Nyerere

martes, 29 de diciembre de 2015

Brazos juveniles




¿Derechas e izquierdas, qué más da? Unas y otras van colando su óbolo, su grano de arena, algunos ya hasta bloques de granito, para hundir hasta el fondo toda una historia y toda una civilización.

Si al menos hundida huyeran como cobardes y ocultaran su maldad disfrutando sus beneficios, aún así habría que concederles un pequeño favor.

Los brazos juveniles, esos brazos que se alzan con ímpetu, con virilidad, con ansia de una nueva España, extraerían del fondo del fango toda aquella estructura para limpiarla y platearla.

Mas eso es considerarlos lo que no son. Allí, pie firme, ven ahogarse al Estado, ven morir por asfixia a todo nuestro pasado imperial y con sentimientos de alimaña lo extraen para luego hundirlo más aún en aquella podredumbre. Van haciendo que la agonía sea duradera y aquellos gritos moribundos de algo que termina les mueve a risa y aún se atreven a hacer juegos de palabras desde su tribuna.

Y ante eso es ante lo que se levanta la juventud. No puede vivir más en esta agonía que lleva consigo la tragicomedia que le rodea.



 Extraído de Haz, núm. 6, 15 de julio de 1.935,
por Alejandro Salazar

lunes, 28 de diciembre de 2015

El señorito


Ya son bastantes los que cuando nos ven nos saludan con el brazo en alto. Pero da la casualidad de que muchos saludan así en presencia de un whisky, al que consagran, sorbo a sorbo, las mejores horas de un día cuyo rendimiento conocido empieza a la una de la tarde.
Esos mismos que así intercalan el saludo romano entre el whisky y nuestra presencia son los más apremiantes en sus censuras por nuestra lentitud, los más exigentes en los propósitos de represalias y los más radicales en la elección verbal de los procedimientos combativos.
Bueno es hacer constar que luego, a la hora de la verdad, no se halla a los tales repartiendo y recibiendo, golpes. Ni, más modestamente, se los encuentra propicios a suministrar el más moderado auxilio económico.


No es, pues, inoportuno empezar a poner las cosas en claro.
A Falange Española no le interesa nada, como tipo social, el señorito.
El "señorito" es la degeneración del "señor", del "hidalgo" que escribió, y hasta hace bien poco, las mejores páginas de nuestra historia. El señor era tal señor porque era capaz de "renunciar", esto es, dimitir privilegios, comodidades y placeres en homenaje a una alta idea de "servicio". Nobleza obliga, pensaban los hidalgos, los señores; es decir, nobleza "exige". Cuanto más se es, más hay que ser capaz de dejar de ser. Y así, de los padrones de hidalguía salieron los más de los nombres que se engalanaron en el sacrificio.
Pero el señorito, al revés que el señor, cree que la posición social, en vez de obligar, releva. Releva del trabajo, de la abnegación y de la solidaridad con los demás mortales. Claro que entre los señoritos, todavía, hay muchos capaces de ser señores. ¿Cómo lo vamos a desconocer nosotros? Estos reproches, por definición, no van con ellos. Sí van, en cambio, contra los señoritos típicos: contra los que creen que con un saludo romano en un "bar" pagan por adelantado los esfuerzos con que imaginan que nosotros vamos a asegurarles la plácida ingurgitación de su whisky.


Como aquí no se engaña a nadie, quede bien claro que nosotros, como todos los humanos que se consagran a un esfuerzo, podremos triunfar o fracasar. Pero que si triunfamos no triunfarán con nosotros los "señoritos". El ocioso convidado a la vida sin contribuir en nada a las comunes tareas, es un tipo llamado a desaparecer en toda comunidad bien regida. La Humanidad tiene sobre sus hombros demasiadas cargas para que unos cuantos se consideren exentos de toda obligación. Claro que no todos tienen que hacer las mismas faenas; desde el trabajo manual más humilde hasta la magistratura social de ejemplo y de refinamiento, son muchas las tareas que realizar. Pero hay que realizar alguna. El papel de invitado que no paga lleva camino de extinguirse en el mundo.
Y eso es lo que queremos nosotros: que se extinga. Para bien de los humildes, que en número de millones llevan una vida infrahumana, a cuyo mejoramiento tenemos que consagrarnos todos. Y para bien de los mismos "señoritos", que, al volver a encontrar digno empleo para sus dotes, recobrarán, rehabilitados, la verdadera jerarquía que malgastaron en demasiadas horas de holganza.
 

F.E., núm. 4, 25 de enero de 1934

sábado, 26 de diciembre de 2015

La Navidad en la División Azul


Había entrado el invierno en Rusia, atrás ya había quedado el Campamento de Grafenwöhr, de doscientos kilómetros cuadrados, la salida para el frente, un 20 de agosto; la primera nevada con intensidad en el subsector de Novgorod, lago Ilmen y parte del río Wolchow y el primer ataque ruso, "Teniente Escobedo a Comandante Román. El enemigo ataca con fuerzas muy superiores. Replicamos con todos los medios. La posición será defendida hasta el último hombre". También se sucedieron las primeras bajas, los ataques rusos sobre Sitno y Tigoda, logrando cortar la comunicación entre ambos poblados; los bombardeos sobre el Monasterio Ottenski; y las épicas defensas de Possad y Dubrovka.

Llegada la Navidad, se intentó celebrarla con la mayor alegría dentro de la natural nostalgia, pero los rusos no dejaron pasar días tan señalados sin lanzar nuevos golpes de mano. Era la tarde del 24 de diciembre. Radio Macuto* propagaba que habría rancho extraordinario con productos de la Patria, pero los soviéticos no conocían de celebraciones. El comandante Suárez Roselló, jefe del tercer batallón, no sólo contuvo el ataque del enemigo infiltrado por los flancos sobre Gorka, sino que lo repelió desalojando al enemigo y ocasionándoles sesenta muertos y veinte prisioneros. La noche de Pascua estaba a la vuelta de la esquina. Los españoles se esfuerzan en crear un ambiente lo más festivo posible. Incluso en algunos búnkers, y fieles a su espíritu católico, han hecho unos pequeños nacimientos con figuras de madera, tela y chapa. No son perfectos, más bien simbólicos. En toda la División, unos mejor y otros peor, la celebran como Dios manda. En Teremez se encuentra la 4ª Sección de la 12ª Compañía Anticarros. Debido a los continuos ataques rusos han sido agregados temporalmente a la 2ª Compañía del Batallón de Reserva Móvil, el Tía Bernarda. Han cantado villacicos hasta quedarse afónicos. Para apaciguar los ánimos han iniciado el rezo del Santo Rosario en recuerdo de todos los españoles que han caído en combate. Cuando van por la mitad, un fuerte estampido los deja atónitos. A tientas, sin saber nadie dónde está su equipo -y alguno que otro tambaleándose-, consiguen salir fuera y tomar posiciones en su pieza. Los ruskis no llegan al otro lado. Los españoles no cesan de disparar su fusil ametrallador. Uno de los nuestros parece haber acertado a una de las siluetas que avanzan: "Lo siento chico, ya se que éste no es precisamente el espíritu de la Navidad", se lamenta. Cuando la cosa se calma, vuelven al búnker donde, sin terminar el Rosario, se dejan caer sobre su camastro.

Jaime Homar se ha puesto el uniforme de paseo y se dirige a la capilla, donde se celebra una emotiva Misa del Gallo que el Comandante de Estado Mayor aprovecha para comulgar. Aquel ambiente le recuerda años anteriores cuando, con su mujer, asistía a esta Misa en su tierra natal. Seguramente en este mismo instante sus paisano se encontrarían participando de ella en la Catedral y después tomarían unas estupendas ensaimadas con chocolate. Terminada la Misa, acompaña al resto del personal del Cuartel General, a la cena que preside Muñoz Grandes. Es Navidad y los rusos no saben que este día no se debería matar. A las seis de la mañana atacan con contundencia Udarnik, "el Teniente Ochoa había sido herido en el pecho y le habían hecho quince bajas en los treinta y dos hombres que llevaba" (José Martínez Esparza, Con la División Azul en Rusia, Madrid; Ejército, 1943, pág. 228). Al grito de ¡Arriba España! y a bombazo limpio, los españoles fueron recuperando isba por isba. Los rusos no se lo esperan y creyéndose dueños de la situación se ven sorprendidos cuando un puñado de españoles gritando como locos se les enfrentan. El anticarro Yola no deja de disparar. Es Navidad y Muñoz Grandes escribe la felicitación al pueblo español: "Duro es el enemigo y más duro es el invierno ruso ... pero más duros aún son mis hombres". (Gerald Kleinfeld y Lewis A. Tambs, La División española de Hitler, la División Azul en Rusia, Madrid; San Martín, 1983, pág. 227).

Un año más tarde, la Navidad de 1942 en Pokrovskaia, el Cuartel General de la División, estuvo animada y, gracias al aguinaldo alemán y español incluso resultó rumbosa. Los paquetes con regalos y golosinas llegaron a todos los soldados de la 1ª Línea. En los lugares más a retaguardia, la Nochebuena se celebró con gran entusiasmo. Era una fiesta muy añorada y agradecida. Las cenas fueron abundantes. "Incluso en algunas poblaciones eran compartidas con los lugareños, que elogiaban sobre todo el turrón y el mazapán, que comían sin parar. A los gritos de ¡Chritus!, ¡Christus!, que daban los rusos, los españoles respondían con algún villancico popular" (Enrique de la Vega, Rusia No es culpable, Historia de la División Azul, Madrid; Ed. Barbarroja, 1999, pág. 89). Una anécdota que le gustaba relatar al general Esteban-Infantes para dar a conocer el espíritu y los sentimientos de los divisionarios, fue la ocurrida en la Nochebuena de ese año. Según contaba el general, aquella fría noche, a 35º bajo cero, decidió recorrer personalmente algunos puestos avanzados. En uno de ellos, al lamentarse el general de no poder ofrecerle mejores medios para contrarrestar el inmenso frío y regalarles algo mejor que unas cajetillas de cigarrillos, el centinela, sin abandonar la vigilancia del campo enemigo, le respondió: "Para nosotros, mi general, el mejor regalo que podemos recibir, es que nuestro propio general nos visite en la misma trinchera".
 

Extraído de "La División Azul (Donde Asia empieza)", por Emilio Esteban-Infantes, Barcelona; 1956

lunes, 21 de diciembre de 2015

Libertad, patrimonio de unos pocos




El grado de bienestar, producto del neocapitalismo, aunque formalmente no pretende absorber la vida, ni imponerse por medio de la coacción y la violencia, en la práctica se convierte en un dominador de los hombres por medio de las manipulaciones económicas y políticas, convirtiéndolos en esclavos alucinados, siempre ansiosos y siempre insatisfechos de bienes de consumo, cuya apetencia les es estimulada por la oligarquía capitalista, para explotar sus vidas y su libertad, pues ante un clima social creado especialmente para ello, por medio de las modernas técnicas propagandísticas, la libertad real se convierte en patrimonio de unos pocos. 

Manuel Hedilla

viernes, 18 de diciembre de 2015

Ius Soli


Para lograr su máximo sueño de gobernar una masa global "ciudadanos del mundo" (es decir, los hombres intercambiables reducidos a sus roles de producción y consumo), el globalismo comerciante tiene que acabar con las cerraduras finales de la identidad, la principal es la nacionalidad basada en el "derecho de sangre" (ius sanguinis), es decir, el legado étnico-cultural de la nacionalidad. Este principio, que ha prevalecido en gran parte en Occidente y Asia hasta la emergencia de países nacidos de la inmigración (EE.UU., Australia, Canadá ...), es una regla general para la obtención de la ciudadanía por descendencia que sufre solamente excepciones limitadas en número y con sujeción a los procedimientos de contratación basado en la voluntad de la donante y la pertenencia a un conjunto de valores, normas y sobre la selección realizada por el país que está buscando la nacionalidad (pruebas de cultivo juramento, el lenguaje, el orden histórico, legal y social aceptado... etc).

Este diseño antiguo, que era como la del derecho romano original, se niega a reducir la ciudadanía a un mero trámite administrativo o un accidente geográfico de nacimiento, pero defiende una visión étnico-cultural-histórica de la misma. Está claro que es inaceptable para los partidarios de un mundo "liberal-libertario" sin fronteras y raíces, donde la figura central y mitificado es la "nómada" que vive donde quiere y como quiere. Por lo tanto, siempre que puede, es decir, en los últimos verdaderos países europeos "ius sanguinis", la oligarquía globalista busca reemplazar el principio hereditario de la nacionalidad, se presenta como una orden racista casi arcaica por el "derecho del suelo" (ius soli), un símbolo de la "modernidad y apertura", y es que todos los niños reciban automáticamente y desde el primer día de su vida la nacionalidad del país que lo vio nacer, que es ni que decir tiene que no hay voluntad, sin necesidad de ningún tipo, ni siquiera el de hablar el idioma del país en cuestión o para conocer, respetar y amar nada... Como tal, es particularmente "significante", ya sea con motivo de la llegada al poder del hombre de las manos de los bancos transnacionales, Mario Monti, que el debate sobre la sustitución del "derecho del suelo" al "derecho de sangre" fue revivido en Italia.

Mientras que el mercantilo-globalismo financiero es tan entusiasta para promover el "derecho del suelo" es que es muy posible, sin sentir vergüenza no seguir tolerando la existencia oficial de "naciones", que poblaciones fuertemente atadas, al menos simbólicamente (fútbol, ​​bandera, festivales nacionales, la gastronomía, el folclore ...), si es que no son más que cáscaras vacías que arruinaron la homogeneidad étnica y cultural y por lo tanto todos los detalles reales y todas las peculiaridades (así como la capacidad de movilización y de acción colectiva) en favor de un conjunto heterogéneo y anómico de individuos sin un pasado compartido ningún proyecto o cultura comunes. Para el "derecho del suelo" no es más que la negación de todo el contenido que no sea un contrato el concepto de nacionalidad e induce en última instancia como se vio en Francia, la transformación profunda e irreversible composición de la población y por lo tanto la misma cara de un país, su profunda estructura mental y la identidad.

Si el "derecho de suelo" podría justificarse políticamente y filosóficamente en el pasado en los entornos geográficos e históricos específicos, ya no es sostenible ni legitimable para cualquier persona unida a las raíces y la diversidad del mundo, en un tiempo de migración gigantesca, los desequilibrios económicos exponencial Norte/Sur y las identidades de los países europeos ya muy debilitado (aculturación, la americanización, el nihilismo ...) y por lo tanto no tienen más que un muy pequeño y muy limitada capacidad de integración .

Por lo tanto, el tiempo que la Italia de Dante, Garibaldi, Verdi, Visconti y Marinetti, que tiene la tasa de natalidad más baja del mundo, ella sobreviviría a la presión de la inmigración y el crecimiento rápido de la población que, a través de la magia el "derecho del suelo", todos los niños serían "italianos"? ¿Cuánto tiempo antes de que Italia se convierta en una sociedad fragmentada, un mosaico de comunidades sin la unidad o la coherencia conducente al caos social, la violencia y el individualismo desenfrenado?

Ante esta perspectiva, defender el derecho de la sangre, es obvio negar a las personas de origen extranjero beneficiarse de sus derechos sociales y políticos para vivir en buenas condiciones en el terreno de sus países de acogida y a participar en la vida comunitaria de los mismos. Esta categóricamente niega la automaticidad de la obtención de sus derechos, por simple hecho de nacer, lo ilimitado y la falta de control de éstos y la absoluta falta de diferenciación entre indígenas y recién llegados.

Defender el derecho de sangre es rechazar la mercantilización y la reducción puramente utilitario de la nacionalidad es defender el alma específica de las personas que fundaron la diversidad y, por tanto, la riqueza del mundo. Esta es una supervivencia de identidad, de lucha.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Fuerza Indomable


Para todo pueblo de noble origen la cultura es la más luminosa de las armas de largo alcance, la cultura es más que un arma: es una fuerza indomable, como el derecho y la fe.

Gabriele D’Annunzio.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Tersa y tendida

 

Si nos plegásemos al gusto zafio y triste de lo que nos rodea, seríamos iguales a los demás. Lo que queremos es justamente lo contrario: hacer, por las buenas o por las malas, una España distinta de la de ahora, una España sin la roña y la confusión y la pereza de un pasado próximo; rítmica y clara, tersa y tendida hacia el afán de lo peligroso y lo difícil.

José Antonio Primo de Rivera.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Arrolladora inconsciencia


Hay una Historia oficial, que se escribe para los muchachos de las escuelas y, eventualmente, para el consumo del gran público, y hay, por supuesto, una Historia real, que no se escribe en libros de gran tirada, que incluso, a veces, no se escribe y que, en todo caso, hay que leer entre líneas o deducir del encadenamiento de los hechos, tal como se van produciendo, e independientemente de la “música” que los mass media ponen a tales hechos.

No deja de llamar la atención que mientras cualquier ciudadano de criterio, formación y talento medianos, admite sin ningún género de dudas que la publicidad puede no decir siempre la pura verdad, que los balances de una empresa comercial pueden estar arreglados; que las declaraciones de impuestos pueden contener alguna falacia por omisión; que una información comercial periodística puede ser, en realidad, un anuncio de pago camuflado; que en toda negociación o trato comercial no se dice necesariamente la pura verdad y que cualquier comerciante, cualquier profesional, incluso cualquier artista enmascara, cuando no desfigura deliberadamente la verdad en pro de sus intereses, ese mismo ciudadano, en cambio, acepta las verdades oficiales de la Historia de los libros de texto con sorprendente candor. Es sorprendente, pero es así.

La explicación fundamental de este insólito fenómeno de credulidad puede, tal vez, hallarse en la influencia de los aludidos mass media y en el lavado de cerebro a que someten al individuo disuelto en la masa Pero esta explicación, aunque básica, no es suficiente. Debe ser complementada con otra. Debe ser complementada, sencillamente, con la pereza mental, consubstancial con la mayoría de los seres humanos. Los hombres, en su gran mayoría, sólo se interesan realmente, prácticamente, en lo que les atañe directamente y de forma inmediata. No creen, o no quieren creer, que es peor, en nada trascendente. Se inclinan, por naturaleza, hacia la facilidad y ya Platón nos advertía que lo fácil suele ser enemigo de lo bueno. El llamado hombre de la calle profundiza, medianamente, en míseros negociejos de tres al cuarto, en cosas pedestres, de cada día, a las que él, con sonrisa de suficiencia, denomina “lo positivo”. Pero, con arrolladora inconsciencia, pasa por alto sucesos, hechos y circunstancias que van a determinar, no que gaste tanto o cuanto más, si no que siga existiendo como ser libre o incluso, como ser vivo.

Joaquín Bochaca.

martes, 8 de diciembre de 2015

Caetra íbera




De entre las diversas formas posibles de escudo, la circular es la que con más economía se adapta a un uso polivalente. Por ejemplo, el escudo en forma de lágrima o de cometa característico de la Alta Edad Media, protege muy bien a un jinete montado desde los hombros al tobillo sin estorbar la monta, pero es menos eficaz a pie y es más complejo de fabricar. El escudo rectangular grande protege más el cuerpo, sobre todo en una formación cerrada, pero resulta incómodo para combatir en guerrilla.

El oval pequeño, en cambio, no protege bien en formación. El escudo circular, entre los cincuenta y los setenta centímetros de diámetro, se adapta tanto a un uso en formación como en guerrilla, a pie o montado, aunque no sea el mejor de los posibles en cada uno de esos supuestos. El escudo circular fue el característico de la Península Ibérica durante todo el período ibérico y celtibérico. De hecho, su tradición se remonta a la Edad del Bronce, ya que las llamadas Estelas del Suroeste recogen representaciones de escudos circulares con una empuñadura central y, en algunos casos, como una serie de círculos concéntricos. Esta doble característica aparece también en uno de los más antiguos monumentos ibéricos conocidos con figuras humanas, el conjunto escultórico de Porcuna (Jaén), de mediados del s. V a.C. Probablemente se trata de una serie de discos de cuero de diferente diámetro encolados entre sí y apretados contra un molde para crear la concavidad central que permitía colocar una empuñadura sencilla. De este modo, la parte central del cuerpo del escudo es más gruesa, y el exterior más delgado, algo normal, cuya eficacia ha sido probada experimentalmente.

Los escudos representados en Porcuna tienen un diámetro similar al de los hombros de los guerreros, esto es, pueden estimarse en torno a los 45 cm. Llevan una correa sujeta a dos anillas móviles para colgar el arma del hombro durante la marcha o para enrollarla en torno a la muñeca en combate, como un fiador. Se empuñan mediante una manilla simple. En esto, la caetra se diferencia claramente del escudo hoplita griego, que se embrazaba. La diferencia es fundamental por dos razones: por un lado, el escudo embrazado reparte mejor el peso sobre el brazo, y es más adecuado para un escudo grande de hasta ocho kg de peso; por otro, para desprenderse de él hay que apoyarlo primero en el suelo, mientras que en el caso del escudo empuñado basta soltarlo.

De hecho, el escudo hoplita griego fue el único en todo el antiguo Mediterráneo que se embrazaba. Junto con los escudos de cuero existían otros de madera, decorados al exterior con grandes tachones de bronce repujado, láminas finas que no añaden apenas protección ni llegan al borde del escudo, pero que resultarían imponentes en manos de los aristócratas que los llevaban. Estas decoraciones aparecen en toda la Península desde el s. V a.C., tanto en la costa mediterránea como en la Meseta. En todo caso, el escudo de cuero era probablemente demasiado liviano y los de madera eran más utilizados, por lo menos desde el s. IV a.C., según muestran los arqueólogos. Aunque el cuerpo o alma de madera no se ha conservado, porque se quemaba en la pira funeraria de los guerreros, gracias al estudio de las manillas tenemos una idea bastante precisa de las características de la caetra. En el mundo ibérico, su diámetro oscilaba entre los cuarenta y los noventa cms. Las piezas meseteñas, probablemente, eran más pequeñas, en el rango de los 40-60 cm. A este respecto, Estrabón insiste en que los escudos de los lusitanos tenían dos pies de diámetro (unos sesenta cms.) y Diodoro afirma que los de los celtíberos eran en tamaño como los de los hoplitas griegos, esto es, entre 90 y 110 cm; en cambio, los de los lusitanos serían muy pequeños, según este último autor.

Insistimos en esto porque existe el mito de que la caetra era muy pequeña, a menudo poco mayor que un plato sopero. En realidad, los datos arqueológicos, literarios y buena parte de los iconográficos indican que el tamaño más habitual rondaba los 50-70 cm. El que algunos exvotos ibéricos representen escudos muy pequeños se debe más bien a problemas técnicos de fundición en el molde que a una representación realista de tamaños: en las pinturas sobre cerámica, por ejemplo, nunca son tan pequeños. La consecuencia directa de todo esto es que un escudo de 60 cm es tan útil para combatir en formación de batalla como en guerrilla, porque protege bien el torso. La superficie era normalmente plana (aunque hay casos de caetras cóncavas) y casi con seguridad cubierta de cuero o fieltro al exterior para proteger la madera de golpes que, en otro caso, la astillarían rápidamente. Por los remaches que unen las manillas metálicas al cuerpo, se ha podido saber que su grosor total oscilaba en torno a 15-20 mm en el centro y 10-12 mm en el borde. El peso del conjunto debía oscilar entre los 4-5 kgs.

Es también posible que algunos escudos circulares u ovales fueran de mimbre trenzado o de tendones, a juzgar por ciertas pinturas sobre cerámica y alguna referencia literaria, pero no hay ningún dato seguro. Por el interior la caetra ibérica llevaba una manilla de lámina de hierro con dos largas aletas triangulares para asegurar la sujeción de las planchas del escudo, y una empuñadura central. Esta manilla lleva además unas anillas móviles para el telamón o correa de suspensión, muy necesaria en las marchas. No se conserva prácticamente ningún ejemplo de umbo, es decir, de la pieza metálica que por el exterior protegía los nudillos del guerrero, así que debe suponerse que, en la mayoría de los casos, sería de madera. Los escudos ceitibéricos eran similares, aunque algo más pequeños de tamaño, y la manilla interior era mucho más sencilla, sin aletas. En cambio, se conocen muchos umbos de hierro de varios tipos. La decoración sobre cerámica muestra que los escudos estaban decorados al exterior y, al parecer, los motivos pintados eran siempre geométricos. En otros casos, el exterior debía tener piel poco curtida o conservando el pelo.

Las fuentes literarias, por ejemplo Tito Livio, nos indican que los diferentes pueblos eran reconocibles a distancia por sus insignias y sus armas, lo que implica probablemente que los motivos no eran meramente decorativos, sino que identificaban clanes o pueblos, pero se carece de claves suficientes para hacer una identificación. Otro de los mitos generalizados reza que el escudo oval o scutum era entre iberos o celtíberos tan común como el circular, como si fueran intercambiables. Parece, sin embargo, que la aparición de aquél es tardía, a partir del s. III a.C., y que siempre fue menos frecuente que la caetra, salvo en la zona ibérica catalana -cuyo armamento fue más galo que otra cosa- y quizá también entre los mercenarios de Aníbal.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Hijos de Roma


El papel de España –hija de Roma– en el Sur de Europa, ha sido siempre el de representar la idea romana cuando Roma por circunstancias históricas diversas no podía cumplir su eterna misión. Por tanto España ha sido grande en su historia cuando ha logrado complementar el mundo germánico, autoritario e imperial. Y España ha sido desgraciada cuando ha traicionado ese destino, entregándose al espíritu de «libertad».

Un día en que no se sentía ya Roma en España. Un día, en que, al sentirla yo de nuevo me pareció reanudar la historia más profunda e íntima del genio de nuestro pueblo.


Ernesto Giménez Caballero.